Maestros/as, Sanadores/as, Profetas, al Servicio de Dios Sanaran con Amor, a toda la Humanidad y al Planeta |
" Ezequiel 1-3 Lección 2"
Y vi un brillo como ámbar (algo así como fuego lo enmarcaba) de lo que parecían sus caderas para arriba, y de lo que parecían sus caderas para abajo vi algo así como fuego, rodeado de resplandor, como el arco que aparece en las nubes cuando llueve. Tal era la apariencia del resplandor en torno. Era la apariencia visible de la Gloria del Señor. Al contemplarla, caí rostro en tierra y escuché una voz que hablaba.
Dios siempre nos Habla sin Palabras, aprendamos a Escucharle con Amor |
Los/as Guerrero/as Profetas y Sanadores/as al Servicio de Dios actúan solo con y por Amor |
Advertencias sobre el Destinatario de la Misión
"Ezequiel 1-3 Lección 3"
Entonces me dijo: <<Hijo de hombre, come lo que tienes ahí; cómete ese volumen y vete a hablar a la casa de Israel>>. Abrí la boca y me dio a comer el volumen, diciéndome: <<Hijo de hombre, alimenta tu vientre y sacia tus entrañas con este volumen que te doy>>. Lo comí y me supo la boca dulce como la miel. Me dijo: <<Hijo de hombre, anda, vete a la casa de Israel y diles mis palabras, pues no se te envía a un pueblo de idioma extraño y de lengua extranjera, sino a la casa de Israel; ni a muchos pueblos de idioma extraño y de lengua extraña que no comprendes. Por cierto que, si a estos te enviara, te escucharían. En cambio, la casa de Israel no querrá escucharte, porque no quieren escucharme a mí. Pues todos los de la casa de Israel son de dura cerviz y corazón obstinado. Mira, hago tu rostro tan duro como el de ellos, y tu cabeza terca como la de ellos; como el diamante, más dura que el pedernal hago tu cabeza. No les tengas miedo ni te espantes de ellos, aunque sean un pueblo rebelde>>. Y añadió: <<Hijo de hombre, todas las palabras que yo te diga, recíbelas en tu corazón y escúchalas atentamente. Anda vete a los deportados, a tus compatriotas; les hablarás y les dirás: "Esto dice el Señor", te escuchen o no te escuchen>>.
Entonces el espíritu me arrebató y oí detrás de mí el ruido de un gran terremoto, al elevarse la Gloria del Señor de su sitio, y el rumor de las alas de los seres vivientes, que se tocaban una contra otra, y el estrépito de las ruedas junto a ellas: el ruido de un terremoto. El espíritu me elevó y me arrebató. Yo iba lleno de amargura, con el ánimo ardiente. La mano del Señor reposaba sobre mí pesadamente. Llegué a Tel Abib, donde estaban los deportados, que habitaban junto al río Quebar y quedé allí siete días, aturdido entre ellos.
Dios nos habla Derecho, con Renglones torcidos, tan solo si le Escuchamos con Amor, lograremos descifrar su Mensaje |
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